Me enamoré de él por la intensidad de su mirada, por sus ojos color miel que me hacían sentir estremecer cuando me veía.
Me enamoré de él porque él veía diferente, porque tenía la capacidad de ver a través de las cosas, porque cuando dibujaba para mí se veía tan concentrado cual perfeccionista queriendo hacer una obra maestra; porque soñaba como niño, amaba como hombre y pintaba como humano.
Recuerdo su delicadeza para tomarme de la mano, nuestro primer beso, nuestra primer caricia, nuestra primer sonrisa y ese hermoso primer mes que derramó miel por todas las calles por las que nos besamos.
Hace mucho que la historia terminó y a dos años de su partida recordarlo me hace sonreír como si aún estuviera enamorada de él y aunque sé que ya no lo amo, ayer, cuando lo vi, revolvió tantas emociones en mi alma, en mi ser y en mi mente que tuve que volver a pedirle perdón a mi estómago por las mariposas que permití que lo invadieran.
Estaba parado en una de las ventanas del salón viéndome tomar la clase, llevaba puesto un encantador disfraz de León del que caían uno hermosos chinos que lo hacían ver tierno, romántico y especial. Sonrió, el destello de su sonrisa me hizo sentir tan especial que decidí ir a buscarlo, lo encontré sentado aún con el disfraz puesto, me dijo que me extrañaba y se acercó a darme un beso
Y se veía encantador con ese disfraz de León que resaltaba el color miel de sus hermosos ojos:)... Pero sólo era un sueño