martes, 9 de abril de 2013

La tonta caperuza color de luna y el lobo que no la quería Parte 1



En un extraño lugar en que todo parecía gris, vivía una chica casi común, y digo casi porque no era una princesa, pero tampoco lograba tampoco encajar en el prototipo del resto de la gente que ahí habitaba, ella, la llamaremos cristal, tendía a sentirse atraída hacia un sinnúmero de chicos de manera muy rápida y con la misma velocidad perdía el interés, no porque ellos no fueran lo que ella pensaba, sino porque nadie le hacía sentir tanto amor como ella sabía que podía llegar a sentir. 

Una fría mañana de algún mes que no recuerdo, Cristal salió a caminar por el enorme bosque que estaba situado frente a su extraña aldea y en su camino se encontró con un lobo (suena a cliché, ya sé) y ella entendida que los lobos querían comer niñas bonitas de caperuzas rojas, se vio tan insignificante y vestida de color luna que se acercó a saludarlo, él lobo no contestó nada ante tal saludo y ella siguió caminando mientras entre dientes murmuraba que no había conocido lobo más odioso que aquel, el lobo, aunque lejos de ella, logró entender lo que Cristal decía y molesto la empujó contra un árbol y le advirtió que no tenía ningún derecho de hablar así de él.

Los ojos del lobo y los de Cristal se cruzaron directamente y tras ella escuchar su voz, cayó perdidamente enamorada, él era el primer lobo que ella conocía, representaba mucho más de lo que ella esperaba, incluso destruía sus sueños más secretos, pues ella siempre se soñó acompañada del brazo de un chico de su gris aldea y de pronto, él, con su voz de lobo, con sus manos de lobo y su rostro de lobo le había hecho imaginar y sentir con una amenaza lo que nadie más le había hecho sentir.

Pero el lobo no tenía intención alguna de saciar la sed suicida de la caperuza de luna (sí, era sed suicida, ¿apoco imaginaron que la chica quería besarle?  lo que ella deseaba con todas sus fuerzas era ser devorada por el lobo) porque su especialidad eran las caperucitas rojas con mejillas sonrojadas y Cristal era, bueno, nada de eso, su rostro no demostraba ninguna emoción, no parecía feliz con nada, sus mejillas no se veían rosadas, en su lugar llevaban lágrimas todo el tiempo y el color de su caperuza era el resultado del alboroto que causaban todas esas emociones en ella.