No la había visto sonreír de ese modo hace ya algún tiempo, parecía niña rodeando la zona de dulces, escogiendo el chocolate más bonito para compartir con el mejor amigo de su infancia. En los centros comerciales deberían vender sonrisas en lugar de chocolates.
Y debo admitir que aunque no me hizo gracia verlos juntos, puesto que su caso no es el de los amigos de la infancia, me hizo bien verla correr de un lado a otro junto a las mesas dulces del centro comercial.
Siempre he creído que hay gente destinada para nosotros y acepto que Eduardo es el indicado para ella, es sólo que no me gusta en lo que se convierte su sonrisa traviesa de sábado por la tarde en el centro comercial, cuando ambos ya no están juntos, aún cuando Gisela me jure que no lo ama más.
Giss (como suelo decirle) es uno de esos tesoros maravillosos que preferiría guardar en una cajita, sin embargo, no me corresponde resguardarla en lo más profundo de mi cariño, mucho menos cuando siempre he creído que ellos son el uno para el otro.
Sólo queda esperar a verla tranquila, en verdad espero que en los próximos días ella esté tranquila.
Giss TE AMO MUCHO mi princesa del cabello tornasol