Cada vez que el corazón se le detiene es un respiro para ella, quisiera seguir gritando sin que nadie la escuchara, pero le hacen falta ganas y fuerzas.
Se sienta junto al árbol de aquel parque cercano a su casa, a imagen de los niños se vuelve luz y magia ante sus ojos, al caer las hojas ella llora como si no existieran ya millones de gotas saladas en el planeta.
Ella llora, ella canta, grita, lucha, sueña, se esconde, se pierde, se muerte dentro de un tonto frasco lleno de limón y flota, flota sin saber a dónde ir, sin saber que esperar, sin saber qué soñar, flota en las tristes aguas del jugo de limón.
Y al mirar al cielo caen frascos de jabón morado, para que al lavarse nadie pueda decir que no sucedió; y religiosamente cada mañana lava sus mejillas con el jabón de aquel frasco y su rostro se torna de ese color, sin pintar el rió de lágrimas de cada mañana que se tiñe de gris.